Un buen inquilino es aquel que tiene un historial comprobado de responsabilidad financiera y comportamiento respetuoso de las reglas.
1. Paga tu alquiler a tiempo
Los buenos inquilinos están al día con su renta y la cancelan en la fecha de vencimiento de cada mes, o antes, aunque sus contratos no cobren un recargo por el atraso.
Es probable que tu arrendador dependa de tu pago para sufragar otros gastos importantes, por lo que la demora puede ser una carga financiera para el dueño.
Si tienes algún imprevisto que te impide pagar el alquiler a tiempo, habla con tu arrendador antes de que él te busque. Si has sido puntual hasta el momento, es probable que te den un período de gracia en caso de que lo necesites.
2. Trata la propiedad como si fuese tuya
Tienes razón. No es tu propiedad, pero es tu hogar y lo será por un tiempo. Por eso, debes cuidarla muy bien y tratarla como si fuera tuya. Mantenla limpia y ordenada por dentro y también en el exterior.
Al hacerlo, no solo garantizas que te devuelvan el depósito, sino que además tendrás una excelente referencia del propietario si decides mudarte en el futuro.
3. Comunica los problemas de mantenimiento de forma oportuna
Es crucial que informes los inconvenientes que se presenten en la propiedad de inmediato, ya que los pequeños problemas pueden convertirse en grandes dificultades con el tiempo. Asegúrate de que exista una buena comunicación con el propietario, y de que tengan un sistema para la gestión de los problemas que puedan aparecer.
Ya sea que se trate de un grifo que gotea, un aire acondicionado que no funciona o algo más que necesita reparación, envía una solicitud de mantenimiento por escrito a tu arrendador lo antes posible.
4. Conoce y respeta el contrato de alquiler
Un buen inquilino sigue los términos del contrato de alquiler. Al rentar cualquier propiedad, tómate el tiempo de leer el acuerdo de arrendamiento y asegúrate de comprenderlo.
Si no conoces el contrato, romperás algunas reglas, y aunque sea por ignorancia, esto puede estropear la relación con tu arrendador, e incluso traerte serios problemas legales.
5. Sé honesto desde el primer día
La honestidad es una cualidad muy valiosa en un inquilino. Todo propietario desea una comunicación transparente con la persona que reside en su vivienda.
Si causas algún daño en la propiedad, deberías informar al dueño lo antes posible y asumir tu responsabilidad en la reparación del perjuicio causado.
Si tienes algún problema financiero que hace que no puedas pagar tu alquiler, lo mejor es que te comuniques con el propietario con anticipación, de esa forma podrán llegar a un acuerdo o terminar el contrato sin afectar tu historial de alquiler.
6. No tengas residentes adicionales
Al ser un buen inquilino, evita compartir la vivienda con personas que no aparecen en el contrato. Mucho menos debes subarrendar los espacios si el acuerdo lo prohíbe. Esto es una causa justificada para la terminación del contrato.
Puedes tener invitados durante varios días, pero si tienes planes de recibir alguna visita más larga, asegúrate de notificarlo al propietario y comprueba que tu contrato lo permita.
7. Sé un buen vecino
Si quieres ser un buen inquilino es necesario que seas un excelente vecino, y esto comienza por cumplir las normas del vecindario y construyas una comunidad que se apoya.
Las siguientes son prácticas de un buen vecino:
- Mantén ordenadas las áreas de uso colectivo.
- Saca la basura a tiempo y en los lugares destinados para tal fin.
- No pongas música a altas horas de la noche ni hacer ruido excesivo que pueda molestar a los residentes del vecindario.
Trata de resolver los conflictos que pudieran generarse con los vecinos y de mantener relaciones agradables con las personas que viven cerca.
Ser un buen inquilino no es tan difícil y hará que tu alquiler sea más sencillo y que tu arrendador te dé una recomendación estelar cuando llegue el momento de mudarte.
Si puedes convertirte en el inquilino de los sueños del dueño, es más probable que desarrolles una relación profesional de respeto mutuo en lugar de convertirse en el tipo de inquilino que tiene a su arrendador a la defensiva cada vez que interactúan.